La economía social tuvo un interesante encuentro los días 13,14 y 15 de julio en la UNED de Ponferrada (ver más). En ellas conocimos de primera mano algunas de sus experiencias en el territorio de El Bierzo constatando que hay cada vez hay más personas que apuestan en su quehacer diario por una economía que no replique los problemas de la economía dominante en nuestros días. Pudimos contrastar sus experiencias respecto a diferentes concepciones de economía social y desarrollo territorial.
Con la idea de Economía Social asociamos otras que creemos contenidas: comercio justo, economía sostenible, colaborativa, solidaria, humana… A diferencia de la economía dominante no hay todavía una definición cerrada. En Wikipedia un cartel advierte sobre la definición de Economía social “Este artículo o sección necesita referencias que aparezcan en una publicación acreditada“. Tenemos la oportunidad de que seamos las personas y todas estas experiencias las que terminemos creando una definición inclusiva con la que nos sentamos identificados, con la que la sociedad sea capaz de generar ella misma una economía cargada en origen de esos valores que le reclamamos.
Tras conocer la convocatoria me propuse escribir sobre el concepto de Economía Social, gracias al evento sólo veo necesario aportar elementos complementarios a la definición que presentó María Ramón Gancedo que podemos oír, mejorada y con su propia voz, en esta emisión de la Cadena Ser “¿Como identificar a una empresa social?«
En su intervención, y resaltado por otras intervenciones, se incidió en la importancia del reencuentro de la economía con las personas que hoy aparecen solo relacionadas por los recortes sociales que hacen de la economía un fenómeno humano contra las personas, a las que en teoría debería servir.
Me recordó un debate que organizamos en Reddeideas sobre Inteligencia Emocional. En el debate, que tuvo lugar en Twitter con el Hastag #inp, se señaló que la mejor forma de conseguir una implicación y una actitud emocionalmente comprometida con la actividad de las organizaciones económicas era disponer de condiciones que satisficieran las emociones, “un salario emocional” que nos sirva para conseguir vivienda, educación, acceso a la cultura, formación, vida familiar…, aquellas cosas por las que desde un punto de vista personal merece la pena trabajar y a las que hoy la sociedad ha ido agregando más valores como los citados al inicio.
El salario, las condiciones por las que se llega a un acuerdo productivo, se transforman de esta forma en un acuerdo social con capacidad de integrar a cada persona, con proyecciones que van más allá del estricto ámbito de la organización económica, repercutiendo en la sociedad misma, hasta llegar a las decisiones políticas que se toman en el ámbito institucional.
En los convenios colectivos, de empresa o ramo se han venido fijando hasta ahora acuerdos internos que tienen estas repercusiones pero siempre con referencia interna al bien que persigue la iniciativa económica, un bien pasivo, de consumo para la sociedad, si puede pagarlo, y un bien privado, de beneficio para quienes dirigen el capital de la empresa.
La llegada del ecologismo nos trajo una comprensión externa de la actividad económica por sus repercusiones en el bien común que comparte la humanidad, el medio ambiente y el planeta. Esta comprensión ha triunfado en la sociedad consiguiendo que se desarrollen legislaciones ambientalistas que las empresas se afanan en demostrar aunque solo sea mediante imagen y comunicación a veces no siempre honesta. A su progresión se han ido sumando otras externalidades con creciente aceptación en la sociedad que María define como valores que deben integrar el código genético de las organizaciones.
La coincidencia de este proceso con la rápida extensión de las tecnologías de la información está generando un comprensivo común en la sociedad externo a las organizaciones productivas, empujándolas a un camino que no se define en los muros donde antes se cerraban acuerdos privados, sino en la sociedad. Hemos conocido casos en los que la presión social ha hecho que importantes multinacionales cesen o cambien líneas productivas por haberse descubierto el uso de trabajo infantil o semiesclavo, aunque los países que las acogían las toleraran por ser más feudales, totalitarios y/o pobres.
En consecuencia el modelo productivo en el que nos hemos educado vive en estos momentos una contradicción no resuelta entre la demanda social y sus prácticas tradicionales. La economía social viene con la intención de resolver esta contradicción, pero no lo tiene fácil porque no ha cerrado su definición, la misma razón por la que la economía tradicional no tiene un modelo hacia el cual evolucionar, ¿como se definen las condiciones por las que se llega a un acuerdo productivo que integre la voluntad de las personas y la sociedad?
Referencias para el cambio y la implicación de las personas
• Desde el lado personal cada cual se ve obligado cuando busca un trabajo a valorar las condiciones de las ofertas de trabajo con sus aspiraciones personales cuyos referentes inconscientes se encuentran en la propia experiencia social. El modelo de vida le dice a nuestro subconsciente si el trabajo debe dar para pagar las vacaciones o no, si debe dejar tiempo libre, si debe dejar margen para obtener un techo donde vivir, etc. Hemos creado unas referencias inconscientes que surgen del modelo de vida que serán distintas para un agricultor tailandés que, por poner un ejemplo, tiene una comida de referencia diaria y no dos, unas referencias que sin embargo no son iguales para cada persona, dependiendo de su edad, nivel cultural, experiencia, formación, etc. Cada persona tiene una visión personal de lo que considera es un bien para si mism@.
La persona individual no puede incluir en su negociación los valores sociales porque desgraciadamente no puede abarcar a toda la sociedad y menos aún si hablamos del ámbito del bien privado donde el bien común brilla por su ausencia. ¿De dónde obtener estas referencias?.
• Desde el lado social hace ya unos años la Economía del Bien Común ha introducido en la experiencia económica de las organizaciones indicadores sociales agrupados como “Balance del Bien Común”, diseñados con principios básicos que representan valores humanos: “confianza, honestidad, responsabilidad, cooperación, solidaridad, generosidad y compasión, entre otros”. De esta forma las organizaciones económicas se dotan de recursos que permiten evaluar el estado de sus valores desde su fundación con lo que interna y externamente podemos medir su implicación real y evolución con respecto al Bien Común.
Tenemos sociedades que han llevado los indicadores sociales al ámbito del estado, quizás sean posibles también en el ámbito de nuestra comarca El Bierzo, el caso más conocido es Bután, un pequeño país asiático de la cordillera de Nepal que ha establecido un indicador de valores subjetivos la Felicidad Nacional Bruta (diseño opuesto al PIB en el que parece no existen las personas) que contempla: Bienestar psicológico, Uso del tiempo, Vitalidad de la comunidad, Cultura, Salud, Educación, Diversidad medioambiental, Nivel de vida, Gobierno.
Gracias a los Indicadores Sociales cada persona puede evaluar, de forma consciente y concreta, su posición personal con respecto a ellos y tenerlos como referencia en cualquier evaluación de condiciones de trabajo, sea cual sea la fórmula jurídica de la entidad económica o su relación con ella. Su bien privado se convierte en parte integrante, singular, distinta y cambiante, del bien común, dejando de ser la referencia inconsciente y alienada habitual hasta hoy día que deja a las personas fuera de la economía.
Del Bien Privado al Bien Común
En nuestro actual sistema económico la referencia productiva ha sido el bien privado, aunque lo producido tuviera interés para los consumidores. De esta forma han quedado excluidas del sistema productivo todas las externalidades que pudieran interesar a la sociedad hasta el punto de que se han distribuido en la sociedad productos que podemos considerar tóxicos, destructivos para la naturaleza o socialmente injustos. Las organizaciones económicas que consideren el bien común como su referencia se convierten “per se” en entidades de economía social pudiendo mostrar a la sociedad todos sus avances mediante indicadores que avalan la calidad social de su producción y de su propia gestión. Las organizaciones que temían se conocieran los detalles de su gestión y producción interna se tornan, por necesidad propia y de la sociedad, en empresas abiertas y transparentes.
La empresa social no renuncia a conseguir bienes propios de su actividad económica ya que su primera aspiración, y de la sociedad si se la reconoce como tal empresa social, es la supervivencia y mejora continua como organización económica.
En la negociación con todos sus integrantes y con la propia sociedad tiene como referencia los valores de los que se ha dotado la sociedad, si fuera posible con referencias externas en indicadores como el ejemplo de Bután y los propios acuerdos con cada uno de sus integrantes directos en las concreciones que tenga su “salario emocional”. Este acuerdo productivo concreto que contempla el interés de la sociedad, de las personas individuales que participan y de la propia organización económica no podemos verlo desde ninguna de las perspectivas individuales ni como bien privado ni como bien común inconcreto sino como una nueva forma de beneficio, una manifestación productiva del Bien Común que podemos llamar Beneficio de 360º (Primera aproximación al concepto) ya que incluye todos los intereses que intervienen en su actividad concreta.
La integración concreta, personalizada de cada integrante de las organizaciones económicas, les convierte en miembros activos que participan de la innovación y mejora de la calidad porque su éxito personal y el de su organización convergen para conseguir objetivos comunes. Los resultados son una mejora inmediata de la productividad y la eficiencia de la organización. La economía social generará personas nuevas, participativas e implicadas por no sentirse ajenas a la economía sino motores y beneficiarios concretos y directos de ella.
Las organizaciones económicas nacidas para el bien común, motorizadas por el beneficio de 360 grados, resuelven la contradicción entre la demanda social y sus prácticas tradicionales incorporando la comunicación bidireccional, diálogo, con la sociedad y las personas para retroalimentarse constantemente del conocimiento, la evolución de la sociedad, la mejora sus personas y la progresión de sus valores comunes.
Empresas en transición
Hace algunos años del movimiento ecologista surgió un Movimiento de Transición que busca acompañar y aprender colectivamente del proceso de tránsito a nuevas prácticas productivas respetuosas con el medio ambiente. El surgimiento de las empresas sociales descubre la posibilidad de hacer este tránsito integrando al conjunto de la sociedad partiendo de las experiencias innovadoras de ese resignado grupo de “jugadores de ruleta rusa” que solemos llamar emprendedores (se estima en un 70% el índice de fracaso de empresas en su primer año). La creación de una Red de Economía Social y Desarrollo Territorial es una buena noticia para el futuro más inmediato.
Andar el camino en este tránsito no puede medirse por la pureza de las iniciativas sino por su progresiva mejora en la búsqueda del Bien Común y la materialización de Beneficios de 360º para toda su comunidad de influencia.
No nos debemos extrañar de que del mundo de la empresa clásica surjan entidades económicas que se planteen evolucionar a Empresa Social por la alta capacidad productiva que genera la implicación de todos sus integrantes y la colaboración directa con sus comunidades locales y no lo olvidemos por la satisfacción personal de sus propios dirigentes que dejarán de vivir en secreto amargados por objetivos inconfesables, cuando no el rechazo social que a pesar de todo no les garantizan la supervivencia de sus organizaciones. En el mundo de la empresa clásica, especialmente en las entidades que valoran el conocimiento social como capital productivo muchos de estos valores se están evaluando arriesgando definiciones nuevas que no conviene ignorar porque no tenemos la definición de Economía Social completa aunque si, cada vez más, sus objetivos. Artículo publicado por José Sánchez Pardo @jivagos, miembro activo en la Red Cooperactivas
2 comentarios en «La economía social y el reencuentro con las personas»
Gracias por la aportación!Interesante artículo. Esperamos más colaboraciones como esta. Un abrazo